Este post es un extracto extraído del libro Lucifer Destronado, donde relata la experiencia del Ex Satanista y Mason William Schnoebelen donde experimento una experiencia extra corporal que lo llevo a un lugar espantoso llamado La Catedral de Dolor en sus ansias de conocer y ser un iluminado. Lea y conozca como William se unió a los Illuminati.
Había escuchado algunas cosas acerca de los Illuminati (plural latín de «iluminado»). Unos años antes, un Gran Maestro Druida me había dicho que Illuminati era otro término referente a los niveles más avanzados de la magia y la religión druida, conocida también como «La gran hermandad blanca» o la AA (siglas de la expresión latina Argentinium Astrum, u «Orden de la Estrella de Plata»).
También había escuchado que los Illuminati eran los líderes de una conspiración internacional de judíos, Ancianos de Sión, jesuitas, extraterrestres malvados, comunistas, o banqueros (o todos juntos) que estaba tratando de hundir a los EE.UU.
Me habían mantenido tan ocupado que jamás tenía tiempo para detenerme y averiguar cuál (si acaso alguna) de las explicaciones mencionadas anteriormente tenía algo que ver con la verdad.
Viaje Astral y el Encuentro con los Iluminoides
Entonces, una noche, tuve una extraordinaria experiencia. No pude determinar verdaderamente si fue un viaje fuera de mi cuerpo (llamado proyección astral), o un sueño, pero sus consecuencias fueron muy reales.
Para ese entonces ya era un experirnentado «viajero astral». Salía frecuentemente de mi cuerpo por distintas razones. Llevaba casi una década practicando los viajes astrales. Pero, en esta ocasión fue muy diferente. Me sacaron del cuerpo sin mi permiso. Me vi subiendo a través de los «Senderos» del Árbol de la Vida hacia la zona de Bina o Saturno.
El Arbol de la Vida: los "dioses" y las zonas planetarias
Mi extraño e involuntario viaje me llevó hasta el vasto templo de obsidiano en medio de estrellas oscilantes cerca de lo que parecía ser el planeta anillado de Saturno. El templo era totalmente negro, sin reflexión alguna en su superficie. Era angular, raro, y se parecía a ninguna estructura que yo jamás hubiera visto, excepto que el tema arquitectónico dominante era el trapezoide. (El trapezoide es Satanás, por razones muy complejas que no podemos relatar aquí).
Las torres del templo se inclinaban lo suficiente como para preocuparse uno y hasta del exterior, los ángulos y la geometría parecían estar fuera de sitio. Fui atraído por una puerta en forma de trapezoide que era mucho más oscura que el templo mismo, si es que eso era posible.
Una vez dentro de aquel templo negro, encontré los cuartos exteriores llenos de una pavorosa luz verde. El cuarto parecía muy real y traté de pellizcarme para ver si estaba soñando, pero sin resultado alguno. Podía sentir la helada y negra suavidad del piso en mis pies descalzos y la carne de gallina en mi cuerpo era extremadamente genuina.
Uno hombre se acercó, vestido con una toga blanca muy sencilla. Era un caballero distinguido, de bastante edad, con una hermosa ondulante cabellera blanca y un bigote muy bien arreglado. No era lo que yo esperaba encontrar en un lugar como aquel. Con una voz gentil y resonante me saludó y se presentó como el «Maestro H».
Se me dijo que él sería mi guía y mi mentor. Me pidió que le siguiera hacia el interior de aquella pavorosa ciudadela negra.
La Catedral de Dolor
El cuarto en que entré era como un templo, quizás tan grande como una iglesia grande. No había donde sentarse y sólo había un altar en forma de trapezoide en una plataforma en el centro. El altar mismo estaba hecho de tosco concreto. Tenía vigas de acero torcidas que salían por todos los ángulos y estaba evidentemente manchado de sangre. Una de las vigas se levantaba por la parte trasera para formar una tosca cruz invertida.
Detrás del altar había un trono elevado de enorme apariencia. El trono era negro, absolutamente liso, y no estaba ocupado. Por alguna razón me sentí aliviado de que nadie estuviera sentado en él. Empero, era la única cosa en el cuarto que brindaba seguridad.
Mi distinguido guía se volvió hacia mí e hizo un gesto semejante al de un director de orquesta mientras decía, sin alarde alguno:
«Bienvenido a la Catedral del Dolor».
«Bienvenido a la Catedral del Dolor».
Al pronunciar esas palabras, silenciosamente se encendieron unas luces de tenue resplandor tras las paredes de aquel enorme lugar y me sorprendí tanto por lo que ví que casi vomité.
Las paredes, que parecían ser de piedra negra lisa y que se inclinaban hacia adentro, estaban llenas de un fluido verde transparente. ¡Flotando dentro del fluido había docenas, si no cientos de cuerpos humanos desnudos! Todos estaban muertos, la mayor parte de ellos con expresiones de exquisito terror marcadas en sus rostros congelados. Muchos estaban mutilados de forma tal que hasta yo me sentí enfermo.
La mayor parte de aquella grotesca exhibición parecida a un acuario consistía de personas jóvenes. A excepción de unos pocos, todos parecían apenas haber alcanzado la madurez y había una patética cantidad de infantes y bebés flotando con el resto. Era como si estuvieran preservados, flotando en formaldehido o alguna otra sustancia, como si fuera una infernal colección de mariposas.
Aquel espantoso espectáculo estaba por todos los lados menos uno de lo que entonces supe que era una sala de nueve lados. El nueve es uno de los números más estimados entre los satanistas, porque es el único número que siempre se reduce a sí mismo. Únicamente la pared detrás del trono era de piedra negra.
«Estos son los hijos del maestro», proclamó mi guía, con un extraño orgullo en su voz. «¿Verdad que son hermosos?»
Mi garganta estaba tan seca que apenas podía responder. Muchos de ellos eran hermosos, de manera increíblemente trágica. Me avergüenzo de reconocer que sentí verdadera lujuria al ver a varias de las mujeres que flotaban ante mí. Era como la pesadilla más horrenda que uno pudiera imaginarse, excepto que era demasiado real.
«Todos los que mueren tienen el privilegio de pertenecerle al maestro», me explicó H, quien aparentemente sintió y aprobaba mi reacción. «¡Y ahora tú también le perteneces a él para siempre!» La última declaración fue pronunciada con una finalidad siniestra y sentí una aguda puñalada de terror ante la idea de que podría terminar flotando en las murallas de aquel maldito lugar.
Antes de que pudiera moverme o hablar, un pilar de luz salió rugiente de las invisibles cavernas del techo. Golpeó el trono de obsidiana con un rayo de llamas centelleantes con tanto brillo que casi eliminó la visión de las horrendas imágenes de los cuerpos flotantes.
De la luz surgió un ser enorme difícil de describir. Estaba vestido con una toga blanca y pelo blanco hasta sus hombros. Tenía poderosas alas tras sus hombros. Pero, el resto de su ser cambiaba constantemente. Un momento parecía ser un hombre normal pero increíblemente apuesto. En otro, tenía rostro de toro, y luego el rostro de una hermosa mujer.
El resplandor de la luz y los súbitos cambios en el gigante que estaba frente a mí hicieron que mis ojos ardieran y se llenaran de lágrimas, así que me los froté. Sentí algo en ellos y una vez más me sorprendí de lo real que parecía ser aquella experiencia. Mi guía, H., me llevó al frente y me ayudó a recostarme sobre el helado y áspero altar de concreto. Me sentí aliviado de que no me encadenó.
No tenía idea de dónde estaba, ni si siquiera todo estaba en mi propia mente demente. Pero, no podía imaginarme que mi mente hubiera concebido un lugar tan espantoso como aquel, ni siquiera durante una pesadilla.
Me sentí raramente emocionado por estar recostado sobre el altar. Era como si mi temor hubiera sido drogado por el poder que fluía del brillante y esplendoroso ser que estaba en el trono. Súbitamente, salieron docenas de personas. Estaban vestidas como mi guía excepto que tenían capuchas sobre la cabeza. Había hombres y mujeres. Por alguna razón extraña, a pesar de que estaban descalzos, podía escuchar sus pisadas en el suelo del templo.
Comenzaron a cantar en Latín: «Ave Satanás, Rege Satanás» (Alabado sea Satanás, Satanás reina) en tonos bajos profundos, como un canto gregoriano, pero con tonos extraños.
«Has gustado de la iluminación de nuestro Maestro, el Iluminado, y has sido hallado digno de recibir la Luz», me dijo el guía. «¿Te rindes a la luz?»
La cabeza me zumbaba, pero me sentía raramente relajado y descansado. Me las arreglé para responder afirmativamente y el canto subió de volumen. De pronto el ser en el trono se levantó. Su estatura me sorprendió. Se erguía sobre el altar sin esfuerzo alguno, corno un niño sobre un triciclo. Estiró la mano izquierda y la colocó sobre mi frente. Tuve que cerrar los ojos debido a la luz.
Me pareció que mis ojos se convertían en acero derretido. Mi frente estaba a punto de explotar. Sentí una desgarradura entre las cejas, y sentí como si una garra se insertara en mi cerebro cual hierro encendido. Traté de gritar pero no pude. Mi cuerpo se sentía como si fuera a explotar por estar lleno de la rugiente, candente y centelleante luz.
Otra garra me tocó y sentí un dolor agudo. Entonces las dos manos se retiraron. Una voz habló, la misma voz que había escuchado retumbando dentro de mí durante numerosos ritos.
«AHORA ERES MÍO PARA SIEMPRE».
La vasta recámara súbitamente retumbó con el canto de cien voces: «¡Gloria y amor para Lucifer! ¡Odio! ¡Odio! ¡Odio! ¡Maldito sea Dios! ¡Maldito! ¡Maldito!» Sentí como si la garra estuviera ardiendo en mi mente. Mi cuerpo tembló sobre el altar con el poder del canto. Me sentí como un pescado atrapado por un anzuelo mientras mi propio cerebro me sacaba del agua. Grité adolorido, pero lo que dije fue: «¡Gloria y amor para Lucifer! ¡Odio! ¡Odio! [Odio! ¡Maldito sea Dios! [Maldito! [Maldito!»
Un sonoro trueno sacudió la catedral. Fui arrebatado del altar a una velocidad increíble y fui llevado ante la espantosa pared de cadáveres. Por un segundo pensé que me iban a colocar entre ellos y finalmente pude gritar. Pero antes de que terminara de gritar, traspasé la pared y viajaba sobre algo que parecía un relámpago a través de las nubes hacia la tierra.
En menos de un segundo me encontré boca abajo en mi patio, que estaba mojado por la lluvia, rodeado del inequívoco olor a ozono. La grama a mí alrededor parecía estar quemada y subía un humo de la grama que tenía un olor semejante a la grama caliente durante el verano.
¿Sería un sueño? No puedo decir. Pero si lo fue, había salido dormido del cuarto hasta el medio del patio en medio de un aguacero, sin despertar a nadie. No era sonámbulo y Sharon se despierta por cualquier cosa.
A partir de ese momento mi vida cambió profundamente. Si ese ser verdaderamente era Satanás, me había dado una marca que llevaría conmigo por muchos años. Esa marca era la señal de que era propiedad suya y jamás podría olvidarlo. Era una pesadilla de la cual no podía despertar.
Miembro del primer grado de los Illuminati
Una parte de mi ser estaba aterrada y la otra excitada. ¿Acaso había sido admitido de cierta forma en ese augusto y misterioso cuerpo llamado los illuminati? de ser así, ¿de ser así, ¿qué significaba para mi búsqueda de conocimiento y poder oculto?
Es extraño, pero esa pregunta me fue contestada cuando Orion (su mentor) se puso en contacto conmigo sin razón alguna. Dijo que vendría a Milwaukee para asuntos de negocios y me pregunto si no me molestaría que pasara por la casa.
Cuando llegó, entro en la casa con su curiosa y característica risa, que me recordaba a una hiena. Además de su usual compañía, traía un nuevo acompañante un hombre pequeño con un bigote muy bien arreglado y cabello ondulantes negro.
Cuando fuimos a un cuarto para estar a solas, levantó las manos como si fuera un predicador en un reavivamiento y dijo"¡Me dijeron que has visto la luz!".
Para sorpresa mía saco un papel hecho de pergamino en el que se declaraba miembro del primer grado de los Illuminati. No me permitió quedarme con él, pero me permitió verlo. Me explico que retendría el papel hasta que alcanzara otros mayores rangos y me probara "digno".
me percate de que estaba firmando con un extraño sello en forma de hoja y algunas letras a mano y le pregunte acerca de ello sus ojos se agrandaron y volvió a reír al decirme "¡Mi hermano esa es la firma del Maestro la Mano del Maestro!" Estaba sobresaltado de alegría. Casi se le podía ver una cola moviéndose detrás de él, ¡quizás una cola con punta!.
Hola soy Sir Victor smith Yo soy uno de los agentes enviados por la
ResponderEliminarsumo sacerdote para llevar ya que muchos de los que están interesados en
convertirse en un miembro de los Illuminati a la gran
Templo Illuminati, soy un hombre de negocios que poseen las empresas de todo el mundo, pero yo estaba
una vez como si ni siquiera podía alimentar a mi familia
qué tipo de vida era que vivir yo vivía en la pobreza hasta que vi un
oportunidad de ser un miembro de la gran familia Illuminati
y tomé mis posibilidades y he sido miembro por cerca a siete años
now.Illuminati hace su negocio / carreras crecen estos y muchos más
otros beneficios tan mí si usted está interesado escriben a través de mi correo victorsmith101@yahoo.com
Esta bueno como.historia de terror
ResponderEliminarCREO QUE LA HISTORIA MARCA UNA DOCTRINA, LA CUAL ES UNA GRAN ESCENCIA, PERO NO SE TRANSPORTA EN EL TIEMPO, EN LA MODERNIDAD GLOBAL TANTO DIOS COMO EL DIABLO FORMAN PARTE DE UN PASADO EN EL CUAL LA CIENCIA DEL PRESENTE LOS HACE INVISIBLE, PERO VISIBLES EN SUS ACCIONES.
ResponderEliminarUsted es un hombre de negocios, político, música,
ResponderEliminarEstudiante y quiere
Ser rico, poderoso y famoso en la Vida
Necesita el poder
Para lograr sus sueños. Usted puede lograr su
Sueños por un
Miembro del Iluminado. Con eso todos tus
Sueños y
Deseos del corazón que pueden lograrse plenamente si
Realmente quiero
Ser miembro de los grandes nombres de los
Ilumine usted entonces
Puede hacer contacto con (illumenatirichtemple@gmail.com)
Países ................. ............................. Estado.
o
Llame a miss sarah y también puede agregar har en whatsapp +2348104857337 gracias