
"La toxina Bt la produce la bacteria cuyos genes introduce Monsanto a sus semillas. La toxina mata a los insectos causándoles daños en su sistema digestivo. La empresa insistió que esto no iba a traer ningún efecto en las personas, pero un estudio en el año 2012 demuestro que la toxina es equivalentemente efectiva para destruir las células del organismo humano", recalcando que Bt realmente entra en nuestro sistema sanguíneo, y que de las mujeres embarazadas pasa al feto".
El otro 'componente' de las semillas Monsanto, el Roundup, se absorbe durante la esparcimiento del herbicida. "Un estudio nuevo sobre Roundup lo vincula a la obesidad, diabetes, cáncer, esclerosis múltiple, anorexia, autismo, enfermedades de Alzheimer y de Parkinson, agresión y depresiones, entre otros, porque corta ciertas secuencias metabólicas, mata a las bacterias 'buenas' e interrumpe los canales digestivos", señala.
El experto explica que las declaraciones del imperio biotecnológico sobre la posibilidad de resolver el problema global del hambre con ayuda de los OMG están carente de cimientos sólidos. Los datos demuestran que las semillas genéticamente modificadas reducen las cosechas en un 79% de promedio. "La actual generación de los GMO no tiene nada que proponer para alimentar el mundo que sufre hambruna o erradicar la pobreza", subraya Smith.
Igualmente, el investigador advierte que la compañía viene fraguando siniestros planes a largo plazo.

"Por este motivo Monsanto ha sido votado perennemente como la empresa más perjudicial en el planeta", concluye Smith.
Todos estos motivos han creado una oleada de marchas de protesta contra Monsanto a nivel mundial. De esta forma, los activistas quieren mostrar su rechazo a Monsanto, que más de una vez ha sido acusada de falsificaciones y de lobbismo.
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